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Problemática del patrimonio arqueológico en el Perú

Publicado: 2009-07-14

Problemática del patrimonio arqueológico en El Perú

Arqueóloga María Cristina Baltazar M.

        El patrimonio cultural del Perú es uno de los más ricos de América. Antes de la llegada de los europeos, nuestros pueblos crearon sociedades organizadas, con instituciones sociales y religiosas muy complejas, economías prósperas, descubrimientos y adelantos tecnológicos que permitieron su desarrollo. Así se puede colegir de los múltiples testimonios que pese a las innumerables extirpaciones, han perdurado a través del tiempo hasta nuestros días.

        El Perú es un país eminentemente arqueológico; esta característica, hace que las dificultades para  conservar este legado histórico sean también difíciles y complicadas, sobre todo por la gran  cantidad y calidad. A ello se suma el hecho de que somos pocos profesionales en arqueología y nuestra labor es un compromiso ético de difundir, conservar y trabajar por la valoración de nuestro rico patrimonio. Por otro lado y en términos de política estatal, la no asignación de un presupuesto dedicado especialmente a la conservación de nuestro patrimonio arqueológico y  la ineficiencia de los funcionarios públicos que tienen las decisiones políticas, ayudan a  que aún no se comprenda que para lograr  el desarrollo moderno de una sociedad se debe partir de bases sólidas, como   la identidad cultural, y que la única base que puede consolidar este desarrollo, es el patrimonio cultural.

El gran problema de la defensa y conservación del patrimonio cultural en el Perú es la falta de presupuesto. No se cuenta ni siquiera con lo mínimo indispensable como para iniciar un trabajo de registro y catalogación, primer paso que se debiera hacer, si se quiere emprender una seria labor de conservación, restauración y puesta en valor de los bienes arqueológicos. De estos descuidos se aprovechan los traficantes de tierras y los expoliadores para perjudicar nuestra cultura, incidiendo sobre todo en las piezas arqueológicas más codiciadas como las de oro y plata, aunque últimamente prefieren los textiles particularmente los de las culturas Paracas y Wari.

        En estos últimos años, dentro de este panorama un tanto sombrío, han surgido situaciones esperanzadoras logradas por la fuerza de la necesidad, como el establecimiento de convenios internacionales con países vecinos a fin de realizar un trabajo reciproco y en conjunto, para evitar la salida y entrada de manera ilícita del patrimonio cultural de los países comprometidos. Los resultados están todavía en vías de consolidación, pero muy tímidamente van dando sus frutos. Asimismo, la nueva Ley del Patrimonio Cultural recientemente promulgada, aunque con muchos vacíos y en algunos puntos ciertos retrocesos, tiene como signo positivo el hecho de que destaca que ahora es "obligatorio" el registro y catalogación.

Desde la época del Virreinato, en las Leyes de Indias y de Política Indiana, se dieron leyes y ordenanzas dedicadas a la defensa del patrimonio. Actualmente, todos los países del mundo consideran como una necesidad contar con leyes que protejan su patrimonio cultural, tipificando los delitos y sancionándolos. Las sanciones son diversas, algunas   muy severas como en la China que se castiga hasta con la pena de muerte o  en Egipto con cadena perpetua;  otras son más benignas, como en Perú,  en donde  la pena máxima es de ocho años, poca si tenemos en cuenta que en América, el área andina, al igual que Mesoamérica (México), son consideradas como cunas de la civilización mundial.

Si bien las leyes son muy importantes y entendemos que tenemos el deber de cumplirlas y hacerlas cumplir, no serán  suficientes si no existe  el convencimiento  por  parte  de todos  los  ciudadanos de un país por utilizarlas   en bien de la protección del  patrimonio cultural; de lo contrario,  no nos explicamos cómo es que día a día sale del país y se pierde gran cantidad de nuestro patrimonio  de épocas distintas de nuestra historia. Este  es el caso de las pinturas de la "Escuela Cusqueña",  que son frecuentemente robadas de las lejanas iglesias de las comunidades  e increíblemente en muchos casos, con la complacencia y tolerancia de las autoridades. 

        En la experiencia peruana, frecuentemente salen del país cargas que contienen piezas arqueológicas engañosamente declaradas como artesanía; por supuesto que  los destinatarios casi siempre están consignados con nombres y direcciones falsas. Casi siempre estos casos son detectados en las aduanas fuera del Perú por casualidad, como  lo ocurrido en Miami en el año 1998,  donde "exportaron"  208 piezas arqueológicas con destino a Europa(1) en cajas cerradas,  expuestas a la humedad y con  muy poca ventilación. Estas condiciones causaron la descomposición y la emisión de olores desagradables, hecho que hizo sospechar a los agentes de aduana y pensar  que  podría  tratarse de droga. La carga fue decomisada y abierta por las autoridades -para bien del Perú-, y se descubrió que no se trataba de lo sospechado, sino de nuestro invalorable patrimonio sacado por manos inescrupulosas.

Finalmente estas piezas nos fueron restituidas en cumplimiento al Memorandum de Entendimiento que firmaron el Perú y los Estados Unidos, por ser éste el país de mayor destino de tráfico ilícito del patrimonio peruano.

En estos últimos años la problemática de la protección del patrimonio arqueológico ha tenido un nuevo agravante: la tecnología moderna y los nuevos métodos de venta se han hecho presentes. Por internet encontramos páginas de casas de venta de antigüedades, que ofrecen especialmente en   Estados Unidos y Europa, por lo que resulta complicado y casi imposible la recuperación.

        Las problemáticas del patrimonio arqueológico descritas líneas arriba, las compartimos de manera muy similar todos los países de América. Creo que ha llegado el tiempo de unir esfuerzos a fin de detener la pérdida de nuestro rico legado. Nuestras futuras generaciones nos agradecerán.

(1) En su mayoría textiles, pero también se encontraban un cráneo y un brazo humano, este último tenía un tatuaje y pertenencia a la cultura Chancay, 900 d.C.

 Fuente:

http://morgan.iia.unam.mx/usr/actualidades/opiperu.html


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